EN 2006 se aprobó el Código Técnico de la Edificación (CTE) con el cual la ventana entra en el mundo de la eficiencia energética: hay que aprovechar la energía del exterior para minimizar el consumo energético.
En primer lugar, el factor solar mide la radiación solar que deja pasar un determinado cerramiento a las estancias interiores.
Dependiendo del tipo de clima en el que se ubiquen las ventanas y la orientación de las mismas, podrá ser mejor un factor solar alto o uno bajo.
La mejor forma de conseguir una alta eficiencia energética es utilizando un sistema de protección solar variable. Puede ser con unas ventanas mallorquinas o también un sistema de lamas móviles. De esta forma, se aprovecha al máximo el aporte energético del sol en invierno y se reducen las necesidades de refrigeración en verano.
La permeabilidad al aire de los cerramientos es un factor determinante en la eficiencia energética de la ventana, y en el confort en el interior de los edificios. Además aporta información de las renovaciones de aire no deseadas que se producen en el interior de los edificios. Éstas influirán de manera negativa en la eficiencia energética de los edificios y tenderán a igualar la temperatura interior a la exterior, provocando un mayor consumo en calefacción o aire acondicionado.
Finalmente, la transmitancia térmica mide el flujo de calor que se transmite a través del material, debido únicamente a la diferencia de temperatura entre el exterior y el interior, sin tener en cuenta la radiación solar o los flujos de aire a través de los cerramientos.
El elemento determinante para la transmitancia térmica del cerramiento es el vidrio, ya que es el elemento que más porcentaje de superficie ocupa en la ventana. El ahorro que supone sustituir las ventanas existentes, con prestaciones anteriores al CTE, por unas ventanas con Rotura de Puente Térmico es de casi un 36% (la demanda pasa de 111 a 71 kWh/m2).
